Jean Rouch una vez más con su cámara que parece estar escondida, su cámara que está y no está, nos presenta a este pueblo pescador, que tiene una mitología grande alrededor de las aguas, al grado de levantarles templos con la idea de que su actividad mejore y halla mejor pesca, recurriendo también a sacrificios para evitar que el mar se enoje.
Me gusta mucho la edición en este documental, ya que sin la necesidad de una voz hablando todo el tiempo, deja más bien que las imágenes hablen por si solas y que incluso si no hubiera voz para nada, habría una narrativa que hablaría por si sola.
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