jueves, 4 de noviembre de 2010
The Atomic Cafe
La manera en que están editadas las secuencias, hablan por si solas, generan una narrativa, más que la secuencia por si sola, en muchos casos, tienen más valor por las secuencias que le precedieron, haciéndonos pensar secuencia por secuencia, y cayendo en el humor negro que se logra en la yuxtaposición de dichas secuencias, como por ejemplo, cuando ponían en las escuelas el video de Duck And Cover, ahora lo vemos, y parece que ah sido un problema de siempre el hecho de creer que somos personas estúpidas, y que con una caricatura, nos dicen que nos cubramos bajo una mesa o atrás de una pared, cuando ahora todos sabemos que la radiación es de lo más peligroso en una ataque nuclear, que a pesar de ver el flash y estar muy lejos de la explosión la radiación llegará, esto, visto hoy en día no da más que horror.
Secuencia tras secuencia, se empieza a sentir el miedo, el miedo a que ésta situación se vuelva a repetir o se esté repitiendo, y al pensar en los problemas de la actualidad, no es tan difícil creer que nos sigan viendo como las personas que vemos a una tortuga meterse en su caparazón y así saber que hacer en el caso de una bomba nuclear. Ahora, han mejorado sus métodos, en los noticieros, en lugar de ser una música alegre con una letra amena, la música es como de acción, como si estuviéramos viendo una película de acción justo en la parte más intensa.
El este documental, nos damos cuenta del poder de los medios de comunicación para poder mantener a un pueblo lleno de miedo, y con los métodos más macabros, vemos también como un gobierno, sin importarle sus propios habitantes, hace sus pruebas nucleares muy cerca de una isla habitada, dándose cuenta maquiavélicamente de los efectos de la radiación.
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